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Todo indica que la comunidad educativa no va a extrañar el 2021, año en el cual todos sus actores terminan extenuados y con grandes interrogantes sobre el futuro. Una reciente investigación de Thomas Arnett para el Instituto Christensen reveló entre otras cosas, que la escuela de este año estuvo fuertemente afectada por el ausentismo debido a los aislamientos, la sobrecarga de tareas sobre los docentes, el efecto emocional de la pandemia sobre los alumnos y el cambio de hábitos que ocurrió como consecuencia del trabajo y el estudio remoto. Esta fotografía del final del año nos desafía a repensar la institución como un espacio donde alumnos y docentes se reencuentran, no solo con la socialización perdida, sino también con un ambiente diferente al tradicional invitando al aprendizaje colaborativo, que sustituye con creces a la comodidad de quedarnos en casa, y que mantenga la centralidad en el alumno lo cual ha sido uno de los cambios más relevantes de este periodo. A su vez, los colegios han hecho importantes inversiones en equipamiento de audio y video para dar soporte a la modalidad de enseñanza híbrida y tanto docentes como alumnos han acumulado valiosas experiencias derivadas de su uso, tales como el acceso asincrónico a las clases, la gestión de tareas a través de alguna plataforma virtual, evaluaciones ágiles vía cuestionarios online o prácticas de clase invertida.

Es posible pensar que en forma imprevista ha comenzado una cierta (y necesaria) refundación del sistema escolar, y seguro que es difícil sino imposible predecir el 2022. De allí la importancia de planificar intervenciones que apoyen las nuevas prácticas, las experiencias aprendidas, a los docentes innovadores y la participación de los alumnos. Nos imaginamos una escuela donde los espacios de aprendizaje ocurren en cada pared del aula, en cada pasillo o en espacios abiertos, y también desde la casa. Una escuela donde los alumnos puedan manifestar sus ideas de múltiples maneras, o como dice Rosan Bosch “una escuela donde los niños (y agrego: los docentes y directivos) no quieren irse”.

En estas circunstancias las nuevas tecnologías tienen que facilitar la movilidad, ser versátiles y adaptarse dinámicamente a los cambios del contexto. También es un buen momento para abrir la mente a otras ideas, compartirlas en equipo y ver si se pueden aplicar a nuestra institución. En ese sentido los directivos podrían aprovechar las diferentes experiencias que pueden aportar y compartir otros agentes de cambio, tanto directivos de otras instituciones, como los integradores de soluciones educativas. Se trata de una oportunidad para construir una visión compartida 2030 y fortalecer lo bueno que se ha hecho. Tal vez por ello, estamos registrando un creciente interés por diferentes tipos de cursos, seminarios e incluso tutorías personalizadas tendientes a evaluar las estrategias de uso de las distintas tecnologías y su efecto en nuevos modelos pedagógicos. En estas circunstancias toma relevancia el rol del proveedor como asesor integral y sostenido por una propuesta pedagógica.

Tal vez por ello, estamos registrando un creciente interés por diferentes tipos de cursos, seminarios e incluso tutorías personalizadas tendientes a evaluar las estrategias de uso de las distintas tecnologías y su efecto en nuevos modelos pedagógicos. En estas circunstancias toma relevancia el rol del proveedor como asesor integral y sostenido por una propuesta pedagógica. A lo largo de estos dos años aprendimos que el futuro es incierto, volátil y cambiante, la pandemia puede retornar en cualquier momento (la cuarta ola está pegando fuerte en el hemisferio norte) pero nos encuentra mucho mejor preparados, y sabemos cómo (y tenemos los medios) para afrontar potenciales períodos de cierres que ojala no sucedan. Mg. Ing. Ricardo Castro Lechtaler