La irrupción de sofisticados chatbots basados en motores de inteligencia artificial plantea un nuevo desafío al modelo educativo de la escuela tradicional. Una vez más, asoma la dicotomía entre la innovación y la resistencia de la institución como mecanismo de autodefensa.
Ríos de tinta se han escrito durante nuestro verano austral para describir las increíbles capacidades del ChatGPT, una herramienta de inteligencia artificial que, según sus exégetas, está llamada a crear una disrupción mayúscula en la comunidad educativa. Uno tras otro, deslumbrados usuarios nos comparten sus experiencias en las cuales la mayoría de las veces el motor de inteligencia artificial (AI) detrás de ese chatbot les ha revelado un escrito o una obra de arte sorprendentes, a partir de solo algunos conceptos sueltos.
Analicemos primero qué hay detrás, ya que la AI no es algo nuevo. Sus primeros pasos datan de los años 50 y durante todo este tiempo ha tenido sus momentos de activación y de olvido, sus inviernos como describe una extensa publicación del Consejo de Europa. Durante muchos años sus hallazgos se mantuvieron recluidos dentro de un entorno académico para el cual el mayor desafío es emular el funcionamiento del cerebro a través de las computadoras. Sin embargo, es en los últimos años con el auge de las redes conectivas y el Big Data (la explosión de la capacidad de procesamiento y almacenamiento de datos que los humanos no podríamos procesar) que ha realizado avances extraordinarios.
Innovaciones que la mayoría de la comunidad educativa estaba mirando de reojo, sin involucrarse activamente, como si no estuvieran. No es la primera ni será la última vez que esto pase, lo hemos mencionado muchísimas veces, el cambio no es una cualidad natural del ser humano y menos si es difuso el propósito que lo tracciona
Como ocurre con otras innovaciones que tensionan el a veces bucólico transitar de la escuela en el siglo XXI, la AI ya estaba impactando al mundo educativo a través de las plataformas de aprendizaje adaptativas, o mediante algunos servicios dentro de las plataformas conectivas comerciales, e incluso en las aplicaciones que facilitan las evaluaciones y predicciones de performance.
Innovaciones que la mayoría de la comunidad educativa estaba mirando de reojo, sin involucrarse activamente, como si no estuvieran. No es la primera ni será la última vez que esto pase, lo hemos mencionado muchísimas veces, el cambio no es una cualidad natural del ser humano y menos si es difuso el propósito que lo tracciona
<"line-height:25pt">Como ocurre con otras innovaciones que tensionan el a veces bucólico transitar de la escuela en el siglo XXI, la AI ya estaba impactando al mundo educativo a través de las plataformas de aprendizaje adaptativas, o mediante algunos servicios dentro de las plataformas conectivas comerciales, e incluso en las aplicaciones que facilitan las evaluaciones y predicciones de performance.
Innovaciones que la mayoría de la comunidad educativa estaba mirando de reojo, sin involucrarse activamente, como si no estuvieran. No es la primera ni será la última vez que esto pase, lo hemos mencionado muchísimas veces, el cambio no es una cualidad natural del ser humano y menos si es difuso el propósito que lo tracciona
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